La Cova des Pont, la Cova des Pirata y la Cova de sa Piqueta forman un laberinto subterráneo que parece de otro mundo. Vale la pena conocerlas.
Se dice que, en el siglo XVIII, el señor de Son Fortesa fue capturado por piratas y que su hijo lo liberó matando a los forajidos. Pero uno de los piratas logró escapar y se refugió en una cueva.
La leyenda añade que este pirata se curó milagrosamente con el agua de un manatial, se convirtió al cristianismo y peregrinó por Mallorca dando su testimonio. Otros, menos románticos, aseguran que fue rescatado y volvió a ejercer el oficio de la piratería. Conversos o pecadores, las cuevas no sólo albergaron piratas sino que, se asegura, también tesoros enterrados. En medio de sus laberintos subterráneos se dice que aún hay riquezas escondidas.
También que las estalagmitas y estalactitas fueron testigos de los amores prohibidos entre forajidos y doncellas. Por eso, visitar las cuevas de la isla suponen una experiencia única, tanto por su valor geológico como por su sabor a leyenda.